martes, 13 de julio de 2010

¡TATATATATATATATA YAYAYAYA!

El sábado asistía a un show de Wau y los AAARGHS!!!

Ni me cambiaron la vida, ni lo prentendían. Su garage music festiva sólo quiere divertir.

Su vocalista, estudiadamente espasmódico, parece sacado de la inocencia anfetamínica del háztelo tu mismo, y si es por la cara y con teatro, mejor. Dignísimo de verse.

En la recta final arrancan con una sudorosa y esperada (por el público) versión. Se trata de Demolición de Los Saicos, combo de garaje de los 60 y Peruano, para más señas, que ha visto editada una recopilación en nuestro país.

El respetable más entusiasmado con cada nueva incursión del cantante y cada nuevo arranque con "tatatatatatatata yayayaya".

domingo, 11 de julio de 2010

STRUMMER JAM

No sé cómo comenzar esta crónica. Escojan ustedes entre "odio los festivales" o "por fin llegó el día".

Un delicioso viaje en tren, con un par de cabezadas y película infantil incluída, una siesta de hotel, con terrible thriller de fondo, y como semi nuevo (la sensación de sentirse nuevo no la encuentro hace tiempo).

"Esto que suena son unos chicos de Bilbao", me espeta el taxista que me conduce al Bilbao BBK LIVE mientras soporto las inofensivas, y facilonas, rimas del héroe oficial del Rock and Roll patrio.

Los precios de los taxis son tan baratos como recordaba, máxime cuando el recinto que alberga el festival está situado en la cima del monte (no en la base como imaginaba yo).

Dejando atrás esencias que revelan carencia de duchas, de ganas de ducharse o de ambas, y con ellas la zona de acampada, accedo al recinto.

Sin saber muy bien en qué invertir el tiempo que falta para ver a Paul Weller, doy un paseo, visito casetas, merchandising, cambio dinero por divisas del festival (terrible idea que no llego a comprender aún), un refresco de cola, una encuesta sobre festivales, y todo ello mientras ignoro a una banda que mezcla buenrollismo con metal (lo justo vamos).

Puntual y elegante aparece Mr. Weller, que descaraga un set directo, rockeril, punk y mod a partes iguales, aunque no exento de algún deje lisérgico.

Concesiones a tiempos pretéritos, en forma de That´s entertainment y Start! (ambas de The jam) o Shout to the top (Style Council), se desgranaron entre los espasmódicos movimientos de Weller que, a sus cincuenta y dos años (esposa de veinticuatro mediante), sigue caminando con el nervio del protagonista de Quadrophenia.

Final de concierto y la multitud vuelve al escenario grande y a los puestos de repostaje, camisetas, publicidad o cambio de divisas.

Un par de llamadas, un no tan terrible hot dog, y los resucitados Alice in Chains toman posesión de la audiencia.

Nunca les di mucha cancha, salvo un par de populares singles, pero he de decir que hace un par de noches me ganaron para la causa. Las atmósferas obsesivas y los brutales cambios de ritmo ganan octanaje en directo. Tras la muerte de Layne Staley, han sabido encontrar un sustituto con un tono de voz muy similar, clavando lo que más me gustó de ellos, esas voces oscuras, inusuales e incómodas.

El público, ya entregado, enloqueció cuando Mike McCready (guitarrista de Pearl Jam) subió para acompañarles en Rooster y finalizar el show.

Nadie se movía a falta de media hora para la descarga de Pearl Jam, en una noche que trasladaba entre quince y veinte años atrás en el tiempo a los asistentes (muchos ni habían nacido). Sólo la presencia de los reagrupados (no sé si llegan a resucitados) Soundgarden habría completado el milagro. Como consuelo, para los interesados en los noventa, al día siguiente Faith No More descargaban en ese mismo paraje.

Con un leve, y perdonable, retraso aparecían en escena Vedder y sus muchachos. Como un gancho en la mandíbula, encajo el riff de Do the Evolution que arranca el show.

Imposible no gozar en vivo de Hail Hail, con esa gran pregunta, "¿eres lo suficientemente mujer para ser mi hombre?" . Todavía me desconcierta, años despues, el contraste de la agridulce letra y la furia sónica.

A base de diamantes puros, sin tallar, de la talla de Dissident, Why Go, The Fixer, Even Flow, Given to Fly, Porch, Black, Rearview Mirror (sigan ustedes) asistí, una vez más, a la demostración palpable de que cada concierto es el último de sus vidas, o así se lo parecen tomar.

Relajado, era el penúltimo concierto de gira, Eddie bromeaba con sus compinches y con el público, al que pidió que diesen tres pasos atrás para aliviar la presión en las primeras filas. "Va a ser lo mismo. Tocamos igual y no necesitáis vernos porque, como dice Javier Bardén, somos feos de cojones", insistía el vocalista.

"Le conocí y me cambió la vida" admitió Vedder recordando a Joe Strummer, antes de arrancar con una inesperada, tensa y emocionante versión de Arms Aloft, del (imprescindible) disco póstumo del ex vocalista de The Clash. Y el tiempo, para mí, parecía detenerse.

En la segunda tanda de bises, tras avisar de que no suelen hacerlo y no cree que lo vuelvan a hacer, presenta a un fan español cuyo sueño es cantar con ellos.

Tras ello nos presenta a un clon del Chris Cornell de los primeros tiempos, que responde al nombre de Daniel, y, bueno, gracias a la magia de la tecnología podéis ver con vuestros ojos lo que pasó.

¡Y todo ello evitando remarcar mi odio hacia los festivales! ¿Alguien da más?