lunes, 12 de octubre de 2009

EL PRECIO DE LA FELICIDAD

Vaya por delante que lo que voy a escribir no se refiere a situaciones de carencia económica.

No voy a hablar de no poder permitirte comprar una entrada de concierto o cine debido a tu situación económica.

Voy a escribir sobre, o para, todos aquellos que te preguntan el precio que has pagado por una entrada (que, obviamente, has adquirido) para, a continuación y sin importar la respuesta, contestar cargados de superioridad "no pago yo (precio) € por ver (músico o película)..."

Ante situaciones como esta uno puede optar por:

a) Sacar la mano a pasear (no recomendada).

b) Señalar el, más que probable, desconocimiento del interlocutor sobre el tema tratado (lo único que se conseguirá es alargar una conversación desagradabe).

c) Preguntarse ¿cuál es el precio de la felicidad?

Dado que la única opción recomendada es la "c" procederemos a desarrollarla.

Aun a riesgo de parecer sacada de un spot, supongo que gran parte del aforo de conciertos está lleno de individuos que, incluso de forma inconsciente, se han hecho esta pregunta.

Cuando me pregunto el precio de la felicidad, no pienso en ese concepto de felicidad eterna mientras el The End aparece sobre la última imagen de la película. Hablo, simplemente, de esos momentos (musicalmente hablando) en los que todo parece encajar. Cuando las luces bajan y comienzas a ver la sombra de los músicos que llevas horas, semanas, décadas esperando ver. Y por fin están delante de ti. Cuando comienzan las primeras notas de esa canción que, creías, a nadie más importaba un carajo y que resulta ser un enorme hit. Hablo de dudar durante todo un viaje sobre la conveniencia de haber invertido una (pequeña) cantidad para ver a ese grupo, que puede tocar cada año 10000000000 fechas en UK pero nunca pisará la piel de toro, para averiguar al fin que es la mejor inversión de tu vida.

Esas pequeñas gotas que te sacan de la rutina, dolor, apatía y te recuerdan que la vida es (o debería ser) esto otro. ¿Acaso no es eso la felicidad? Los pequeños momentos, como fotos temporales en tu mente. Capaces de ponerte el bello de punta con sólo recordarlos o hablar de ellos.

Conviene recordar que determinados conciertos gratuitos me parecen más caros que cualquiera de pago, mientras que en algunos conciertos de pago me parece que estoy robando al músico (relación calidad/precio).

Como colofón, valga este dato que es rigurosamente cierto. Desde la noche en que escuché a Leonard Cohen en el Palacio de Deportes de Madrid, en primera fila, centrado, intento recordar el precio de la entrada.

Aun no lo he conseguido .

Mr. Cohen. Feliz, agradecido y generoso.







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1 comentario:

  1. Allí donde vayas
    iré yo
    Allí donde te alojes
    me alojare yo
    Tu pueblo será mi pueblo, Ignacio
    Allí donde vayas iré yo

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