sábado, 31 de octubre de 2009

SUPERSTICIÓN IN STITUCIONALIZADA

Halloween, la noche de todos los santos..... en el telediario preguntan a los viandantes por su preferencia.

Chovinismos aparte, yo soy más pagano, más de celebración, de películas de terror,... pero este año da igual. Este año no me reuniré (no esta semana al menos) con amigas para visionar un film de terror.

No, este año el plan terrorífico es quedarme en casa con la pierna en alto por obra y gracia de un esguince (leve, pero esguince) en el tobillo derecho.

Sufrí este percance dos días y medio después de reincorporarme al trabajo, tras una gripe de una semana.

En estas horas que han pasado desde el accidente he escuchado hasta la saciedad frases como "...vaya racha llevas...", "..te ha mirado un tuerto..", "...mala suerte..."

Es precisamente esta última la que me ha llevado a recordar un tema que llevo queriendo tratar desde agosto.

Mi medio favorito para viajar es el tren, siempre lo ha sido, pero cuando se trata de ver un concierto y volver, la distancia es enorme, no se dispone de mucho tiempo o la oferta es tentadora, no le hago ascos al avión. Eso sí, especialmente si vuelo sólo, tengo una reacción automática en cuanto comienzan todos esos ruiditos, zumbidos y traqueteos por la pista que culminan en el ensordeceor y tenso despegue.

Con los músculos agarrotados no puedo evitar recordar ese capítulo de "En los límites dela realidad" (Twilight Zone) en el que un tipo vuela a casa, acompañado de su mujer, tras haber estado internado en un hospital mental por ataques de nervios. El caballero ve en el ala izquierda un monstruo que está arrancando pedazos de avión. Cada vez que, presa del pánico, grita la criatura desaparece y, por tanto, nadie le cree.

Enlazo estos pensamientos, de forma involuntaria, con víctimas de accidentes aéreos como Otis Redding, Buddy Holly, Ritchie Valens, Big Bopper, John Denver, parte de Lynird Skynird, Glenn Miller... y así pasan los minutos.

Pero el 3 de agosto pasó algo más. Volaba desde Santiago a Madrid y llegraon las turbulencias. Leves (como mi esguince, pienso ahora), pero turbulencias. Mientras los baches del cielo agitaban el aparato, y yo tarareba "Bad Luck" de Social Distortion, me dió por pensar... "¿habrá fila 13 en los aviones?"

Giré el cuello, dispuesto a saciar mi curiosidad y encontré un gran... ¡NO!

En ese aparato no había fila 13. Repetí la operación varias veces, seguro de haberme equivocado presa del nerviosismo. Siempre la misma operación "fila 11, 12...¿14?".

Pasé el resto del vuelo sorprendido y confuso. Desde pequeño te enseñan que la superstición es cosa de un sector social con carencia de cultura, de otras épocas,... y, perdonen mi ingenuidad, creo que a un ingeniero aeronáutico o similar se le supone cierto nivel cultural.

Lo mismo se puede aplicar a los pisos 13 que no existen en muchas construcciones.

Chocamos con la superstición institucionalizada.

En fin, siento no tener más conclusión que estos extractos que ruegos disfruten sin tocar madera.

Yo, por mi parte, voy a ver el primer episodio de "Dead Set" en la que el Reino Unido es presa de un virus que convierte a toda la población en zombies excepto a los únicos aislados...¡LOS CONSURSANTES DE GRAN HERMANO!




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