sábado, 1 de mayo de 2010

IGUANA CHELI

Que ya vamos teniendo una edad...

Eso es lo que pensaba cuando el caballero de seguridad nos comentaba que Iggy & The Stooges saldrían a las 21:30, puntuales, según la entrada.

Esto de la edad es algo que mi espalda, tras la jornada laboral, dos horas de espera en la entrada del recinto y otra hora y media de espera, ya dentro de la sala, me recuerda a base de molestias, contracturas y otros achaques.

Dicen que el deporte no es sano, por suerte hace bastante que no lo practico. Ahora, eso sí, la asistencia a recitales con vistas a la primera fila, con el desgaste que conlleva, debería ser reconocido dentro de la categoría de decathlon.

Hacía mucho que no necesitaba agarrarme a la barrera antivuelco, como si fuera un resto de naufragio, para no ahogarme en la marejada humana y sus movimientos, sintiéndome apretujado, espachurrado, exprimido..... Y FELIZ.

¿Cómo no se puede disfrutar de un show que comienza con RAW POWER y SEARCH & DESTROY? ¿Un show donde Iggy la monta invitando al público a acompañarle en el escenario y lanzándose a la audiencia dos veces? ¿Donde Mike Watt da una solidez brutal con su bajo? ¿Donde, una tras otra, las canciones suenan como latigazos sexys y lascivos?

Damas y caballeros esta vez no voy a añadir a esta entrada ningúna foto ni aditivo similar. Un texto tan crudo como el concierto de anoche.

Yo me quedo con ese pitido de oídos, ese tinitus que, sospecho me acompañará en mi senectud (si llego) como los recuerdos de guitarras ardientes, sudor y sonrisas eternas.

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