martes, 1 de septiembre de 2009

EN EL ALAMBRE...

Ni Johnny Depp como John Dillinger (en la decepcionante, por insípida, "Enemigos Públicos"), ni el soso Denzel Washington y el sobrecargado Travolta (en el innecesario remake de "Pelham 123"), ni la revisión (con chaquetas de cuero, coches deportivos y Beastie Boys a todo volumen) de "Star Trek". La película más emocionante estrenada en lo que llevamos de año se llama "MAN ON WIRE". Perdón, lo retiro. Donde dije emocionante quería decir EMOCIONANTE, así, con mayúsculas.

El documental, estrenado en Abril, funcionó en cierta medida gracias al boca a boca. Sus únicas armas: una historia real y trepidante, imágenes de archivo mezcladas con algunas dramatizadas y un ritmo narrativo in crescendo.

Nunca mejor empleada dicha expresión. Ritmo narrativo. Y es que en eso se basa la práctica totalidad del metraje, en la narración de los protagonistas de la historia que observan la aventura con cierta perspectiva (la del tiempo) y, aun así, ante el recuerdo de determinadas vivencias, no pueden evitar emocionarse.

Lo sé, no parece un novedoso artefacto. Documental... imágenes de archivo... personas narrando una historia,.. ¡Es ahí donde reside la magia! Es la narración, el ritmo de la expresión oral, que, por una vez, guían al espectador hasta momentos infartantes. ¡Y todo ello sin necesidad de, croma, naves y efectos especiales! No tengo nada en contra de todo esto pero en los últimos años da la impresión de que el guión se pone al servicio de lal tecnología y no al revés. Da la impresión de que, en la zona más mainstream de determinados géneros (héroes del cómic, ciencia ficción, terror,...), uno ve la misma película una y otra vez. Por eso me entusiasmo recordándome en la sala donde proyectaban "Man on Wire", absolutamente excitado según se acercaba el punto culminante, casi sentado en el borde de la butaca.

Dos cosas ponen la guinda al pastel en forma de lata de celuloide:

1) Que no tiene reparos en mostrar que incluso el mayor héroe puede tener pies de barro y derretirse al calor del éxito repentino.

2) Que te recuerda que hubo una época en que parte de la juventud sabía que la aventura puede ser peligrosa, pero la rutina mata.

Eso sí, es un tratamiento de shock contra el vértigo.

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