viernes, 10 de septiembre de 2010

CRAZY HEART: REESTRENO

He visto el cartel de Crazy Heart en la puerta del videoclub de mi barrio y no he podido evitar recordar esa pequeña joya. Disculpen la trampa, he decidido "reestrenar" la entrada que, hace seis meses, escribí sobre el film:

Por el precio de una entrada de cine he visto a Jeff Bridges interpretando a un cantante country al borde del abismo.

Perdón, permítanme comenzar de nuevo.

Por el precio de una entrada de cine he visto a Jeff Bridges SIENDO un cantante country al borde del abismo en esa fantástica canción de 1 hora y 52 minutos que es CRAZY HEART.

Entré al cine con alguna ligera referencia y , gracias a esa "ligera" referencia, esperaba encontrar el The Wrestler de este año, eso sí, ambientado en el mundo del country. En mi mente la afinidad de los personajes, ambos perdedores, ambos de una cierta edad, invitaba a equiparar películas y argumento.

No fue hasta pasado el ecuador del film que me di cuenta de una diferencia sustancial. Donde The Wrestler parecía filmarse desde arriba, mostrando el infierno que aguardaba ansioso bajo los pies de Ram, CRAZY HEART parece rodada desde abajo. Parece que la cámara estuviese colocada a nivel del suelo, bajo las botas de Bad, señalando el cielo que podría llegar a alcanzar y que parece escapársele.

"Es curioso cómo caer, te hace sentir como si volaras... durante un rato" reza una de las canciones que interpreta el protagonista, pero Bad hace ya tiempo que dio con sus huesos en el asfalto. En esa misma tonada canta "todo pasa por una razón, sin importar si es buena o mala. Especialmente cuando es mala" y comprendes que la mala razón, en este caso, es la misma que se interpone en el torpe abrazo de reencuentro con su viejo amigo Wayne: la barra del bar.

El celuloide de esta obra está impregnado de una promesa de redención que, como en las mejores canciones de Hank Williams (icono country por excelencia), viene acompañada de un aviso, con forma de parábola, y una moraleja.

Al comienzo de este texto decía que el metraje es una canción. Permítanme, de nuevo, corregirme y apreciar que es más bien toda una discografía. La de cualquier músico de country, del country de verdad, del country de los "outlaws", no de esa aberración denominada "country pop" que suena en la radio y trasciende fronteras. El de aquellos que saben lo que es que intenten que no suenes bien cuando teloneas a una estrella que no sabe escribir una canción propia. El de los que tocan el boleras, viajan en su furgoneta y duermen solos aunque haya alguien más en la cama. El de los que observan atónitos los hilos de las discográficas atados a las muñecas de los "triunfadores".

Pienso en la película (es de esas que se pegan a ti como la resaca de un domingo) y en ese final que duele como hacía mucho que no lo hacía un final.

La historia que narra ha sido contada en mil millones de canciones, pero ese poso de melancolía pérdida y dolor sólo lo he escuchado en voces como las de Hank Williams, Johnny Cash, Willie Nelson o Kris Kristofferson.

Si vamos un poco más allá, y centrándonos en Hank Williams, que grabó un tema llamado como este filme, me doy cuenta de que, repasando algunos de sus títulos, se consigue una suerte de sinopsis del mismo.

Comenzando con Lost Highway (Carretera perdida) para dar paso a I´ll never get out of this world alive (Nunca saldré de este mundo con vida), Please don´t let me love you (Por favor no dejes que te ame), A house without love (Una casa sin amor), I can´t help it if I´m still in love with you (No puedo evitarlo si todavía estoy enamorado de ti), I´m so lonesome I couñd cry (Estoy tan solo que podría llorar) para finalizar con I saw the light (He visto la luz) mezclada con I can´t get you off my mind (No puedo sacarte de mi cabeza).
El tema que da título a la película, y redime al protagonista, nos despide mientras la imagen se funde a negro.

Resuena aún el estribillo "Pick up your crazy heart and give it one more try..."

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