miércoles, 8 de septiembre de 2010

DEL CERO AL INFINITO

Recupero la cassette de la entrevista que, mi versión más inocente y entusiasta, realizó el tres de mayo del noventa y nueve al gran locutor y melómano Samuel Rodríguez.

A mediados /finales de los noventa, esta gran voz realizaba Del Cero al Infinito, insuperable programa que, todo el que escuchó, recuerda como clases de música particulares y a domicilio.

Encasillado en el Power Pop, siempre podías escuchar a Dylan, Dr. Explosion, Flaming Groovies, Ramones, Neil Young y un sin fin de canciones entremezcladas con filias y fobias particulares de Don Samuel.

No recuerdo exactamente cómo gestioné el encuentro, probablemente llamé a la radio (todavía no se trataban las cosas por correo electrónico), y el speaker, todo amabilidad, accedió gustoso.

Es una charla de más de una hora, en la que me sorprende escuchar (incluso hoy en día, cuando conozco el funcionamiento del universo radiofónico) que no cobraba por realizar esa fantástica emisión, ni siquiera cuando la hacía de lunes a viernes, que compaginaba con su trabajo.

Habla con total claridad y transparencia del funcionamiento de las discográficas, discos, emisoras y tiendas, pero, lo mejor, desde un punto de vista positivo. Aceptando que es afortunado por hacer lo que le gusta y vivir este mundillo desde dentro.

El comentario que se me quedó grabado, por la exactitud del análisis que encierra, en aquel en el que resalta que lo difícil es, pasados los veinte, mantener vivas las ganas y el deleite personal a través de la música.

Le veo, ocasionalmente, en tiendas del centro de Madrid, siempre alegre, hablando de música con los dueños del establecimiento y con algún disco en la mano.

Otro caso de esa alegre enfermedad llamada melomanía.

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